lunes, 19 de febrero de 2007

Congreso Obrero en Cuba

Ya estamos en Congreso

Ya estamos en “Congreso Obrero” y me atrevo a asegurar que potenciar el trabajo, como fórmula saneadora del acabose fidelista de los últimos 45 años, no va a ser la urgencia cardinal de la clase obrera cubana. El salario continuará inalterable puesto que, fidelísticamente hablando, es la forma primordial de la redistribución de la miseria.

Trabajo, salario... en ellos se ha ensañado la Bestia de Birán, con furia totalizadora desde el mismo inicio de su dictadura, a cuya resaca han podido sobrevivir solamente los miembros de la nomenklatura. Pésima distribución de recursos y peor aun de financiamientos, inmovilidad, diversidad de monedas circulando y nuevas figuras que al decir de Fidel Castro, debieron adoptarse por no quedar otra alternativa, que implicaron formas diferentes de “ajustar los salarios” por parte de los más necesitados, junto con marginalismos provocados como consecuencia del desgobierno, acabaron con cualquier lógica económica. En la Cuba de hoy, muchos funcionarios ingresan en sus cuentas de dólares lo que jamás va a recibir un profesional honesto. Con razon hay tantos resentidos, resistiendo a pie firme tantos oprobios.

La Ley de Distribución Socialista, de Karl Marx, “de cada cuál según su capacidad, a cada cuál según su trabajo”, brilla por su ausencia desde el mismo instante de la proclamación del carácter socialista del desgobierno cubano.

Ahora que el gobierno venezolano apuntala al régimen imperante en Cuba, Fidel Castro y su claque se empeñan en representar un escenario económico favorable y otra vez tratan de engañar a los que sudan los jirones de ropa con que cubren sus verguenzas o a aquellos que se exprimen las neuronas en un intento de llegar a fin de mes. Y es que el régimen totalitario mantiene anclados, anquilosados y rígidos los sitemas naturales de la oferta y la demanda. El Perfeccionamiento Empresarial es una de las últimas mentiras de Fidel Castro.
No soy experto en la materia, pero estoy convencido de que el fidelismo cubano es cada vez más débil en sus posiciones precisamente como consecuencia directa entre el trabajo y el poder adquisitivo.

Constituye un deber, al calor del “Congreso Obrero”, dedicarle unas líneas al trasfondo de ese arroz con mango (sin mango y sin arroz) que es la economía política del gran genio alemán que ya para el régimen de Fidel Castro no constituye una estratégia ni una alta política. Ya no existen los referentes, ni moldes ni troqueles. Ahora es al duro y sin guantes y cada día que pasa se asemeja más a lo que és que al ideal que trata de representar.

Campañas van y vienen, emulaciones que acaban en maratones desorganizados e ineficientes, aparentes controles internos que tapan el descontrol, la dejadez, la indisciplina laboral y económica institucionalizada, la corrupción de los más altos funcionarios del régimen como consecuencia de las relaciones con empresas extranjeras y que no siempre trascienden al ámbito popular. Nada de esto tiene que ver con las formulaciones de Marx y en no pocos casos le dan la razon al filósofo inglés Herbert Spencer. Lo único que puede distribuir el tirano es la miseria, consecuencia de un trabajo improductivo y una política salarial arbitraria en el universo empresarial cubano.

Nadie espera que el XIX Congreso de la CTC, dirigido por marionetas al servicio del régimen, vindique nada, puesto que la CTC no es más que un soporte, interno y externo, para el totalitarismo de Fidel Castro. Para un régimen que ha destruído la economía del país, que ha confundido los servicios esenciales, con servicios sanitarios, que se vale del capital humano para hacer política exterior, quizá el símbolo de la rueda dentada movida por sudorosos brazos de tiznados operarios ya no sea el más adecuado, sino una desgastada libreta de abastecimientos mordida por una boca famélica.

En fin. Hasta cuando podremos aguantar?

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