domingo, 22 de julio de 2012

Prepárense para la Guerra (la crisis de octubre)

Octubre de 1962





Prepárense para la Guerra














El Presidente Kennedy se encontraba preocupado, debido a que los cohetes norteamericanos “Júpiter”, emplazados en Turquía, se podían convertir en un obstáculo para la solución de la crisis. Le preocupaba que, si los aviones norteamericanos atacaban a las armas soviéticas en Cuba, los soviéticos podían hacer lo mismo con los de Turquía.

El Comité Ejecutivo y la Junta de Jefes de Estados Mayores, al fin tomaron decisiones importantes:

-         Golpe aéreo de gran envergadura contra los cohetes de alcance medio, las bases aéreas, los cohetes AA, los depósitos nucleares (si se descubrían), almacenes militares, unidades de tanques y medios navales de combate.

-         Bloqueo naval total.

-         Dispersar los bombarderos estratégicos B-52.

-         Pasar a DEFCOM 2 (paso previo a la guerra).

-         Tomar medidas para la defensa de la Base Naval de Guantánamo.

-         Aumentar la defensa AA en el sur de los Estados Unidos.

-         Movilización de 150 mil reservistas.

-         Considerar declarar el Estado de Emergencia Nacional.

-         Considerar el peligro de los cohetes de alcance medio, emplazados en Cuba, suficiente como para justificar el ataque, incluso después de que los cohetes alcanzaran el estado operacional.






 






No obstante, el Secretario del Tesoro, Douglas Dillon, el asistente de Defensa para la Seguridad Internacional, Paul Nitza y los integrantes de la Junta de Jefes de Estados Mayores, dudaban que la crisis desembocara en una guerra nuclear. Consideraban que los soviéticos cederían. ¡Tenían razón! Cedieron.

Sabían que el supuesto equilibrio era mucho más que una suposición y que el poderío militar norteamericano era un factor significativo y determinante en la adopción de decisiones durante la llamada “guerra fría”.

La importancia del chantaje soviético se apreciaba como moneda de cambio. Una moneda que por una cara representaba Berlín y por la otra Cuba.

Los funcionarios soviéticos de la época dicen ahora que esto solamente eran suposiciones norteamericanas.

El secretismo del sistema totalitario soviético y la anuencia del régimen de Fidel Castro, agravaron la situación. Habían sido los factores cruciales para la preocupación norteamericana.

No es que los diplomáticos soviéticos, en los estados Unidos, mintieran sistemáticamente. Es que se ha podido comprobar que desconocían totalmente lo que estaba ocurriendo. Por órdenes de Kruchev, se les ocultó la información.

Lo único que consiguieron los soviéticos, en el plano internacional, fue un rechazo absoluto de sus satélites y amigos. El gobierno de los Estados Unidos sospechó  que la URSS se encontraba preparando un ataque sorpresivo, aunque no tuviera sentido alguno.

El día martes 16 de octubre de 1962 se comenzó a estructurar el Comando Unificado del Atlántico, al cual estarían subordinadas todas las fuerzas terrestres, navales y aéreas de la región. El Almirante Dennison sería su Comandante en Jefe.













Aquel día llegaba a Cuba el mercante “Omsk”, en su segundo viaje, transportando 5 cohetes R-12 de combate y 2 de instrucción. De esa forma se completaban 42 cohetes, de este tipo.

El miércoles 17 de octubre continuaba la farsa de Kruchev. Ese día Goergi Bolshakov, un funcionario de la embajada en Washington, entregó un mensaje personal de Kruchev al Presidente Kennedy, asegurando que “bajo ninguna circunstancia” serían enviados a Cuba cohetes tierra-tierra ofensivos.

Ya para esta fecha, aunque no habían dicho nada, los norteamericanos habían detectado:

-         Cuatro nuevas rampas de lanzamiento en San Cristóbal.

-         Dos emplazamientos en la zona al este de Guanajay R-14.

La Junta de Jefes de Estados Mayores presentó las opiniones solicitadas por el Secretario de Defensa, referentes a las probables reacciones soviéticas ante un ataque norteamericano a Cuba:

1.- Los soviéticos no irían a una Guerra por Cuba.

2.- La respuesta más probable sería Berlín, Turquía, Irán o Corea.

¡Acertaron en el primer punto!

Los soviéticos nunca estuvieron dispuestos a ir a una guerra por defender a Fidel Castro. Todo quedó claro cuando negociaron la retirada de los cohetes de Turquía.

Los aviones U-2 realizaron, ese día, otros seis vuelos de reconocimiento. La CIA informó que un bloqueo total derribaría al régimen de Fidel Castro en cuatro meses.

Adlai Stevenson, representante de los Estados Unidos ante la ONU,  envió una sensata carta al presidente Kennedy en la que, entre otras cosas, planteaba:

-el hecho de arriesgarse o no a comenzar una guerra nuclear está estrechamente relacionado con la adopción de la mejor de las decisiones, y los juicios de la historia raramente coinciden con la cólera de un instante;

-la existencia de bases de cohetes nucleares en cualquier lugar es negociable antes de comenzar a hacer nada contra ellas;

-debe estar totalmente claro que los Estados Unidos han estado, están y estarán listos para negociar la eliminación de bases y cualquier otra cuestión; que son ellos los que han alterado el precario balance existente en el mundo con arrogante desaire a vuestras advertencias y que no tenemos otra alternativa que restablecer ese balance, es decir, chantaje e intimidación nunca, negociación y sensatez siempre.

El ex secretario de Estado, Dean Acheson, el director de la CIA John McCone, el General Taylor y el Secretario Dean Rusk estaban por la acción militar directa.

Boleen y Thompson se pronunciaban por un acercamiento diplomático con Kruchev y Fidel Castro antes de emprender una acción militar.

Martín, Robert Kennedy y McNamara favorecían el bloqueo como primer paso en una campaña de presión.

Poco a poco fue ganando adeptos la variante del bloqueo para prohibir la introducción de más armas ofensivas, los partidarios de la cual argumentaban que la presencia de los cohetes soviéticos en Cuba no tenía gran importancia militar, pues cada superpotencia era capaz de devastar con armas nucleares a la otra.

McNamara planteaba que el bombardeo a las instalaciones coheteriles causaría la muerte de muchos especialistas soviéticos, lo que provocaría medidas de respuesta de Moscú.

También se consideraba el argumento de que no todos los cohetes serían destruidos en el bombardeo y que se lanzarían inmediatamente los que quedaran indemnes contra ciudades de los Estados Unidos, causando millones de víctimas.

A principios de los años sesenta del Siglo XX, los Estados Unidos tenían una ventaja militar incuestionable, en fuerzas convencionales, en el Caribe, Golfo de México y el Estrecho de la Florida. Su capacidad nuclear estratégica era superior a la soviética y es por esto que las autoridades norteamericanas intuían que Kruchev cedería en algún momento.

La presencia de las armas nucleares soviéticas en Cuba resultaba inaceptable para los Estados unidos de Norteamérica.

Si los norteamericanos hubieran invadido el territorio cubano el riesgo de confrontación nuclear hubiera sido mayor y las autoridades, del Coloso del Norte lo tenían claro. Todo lo que se derivara de esta verdad, fueron y serán meras especulaciones.



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